Moscú, 19 may (Prensa Latina) El legendario director y coreógrafo soviético y ruso del ballet del Teatro Bolshói en la segunda mitad del siglo XX, Yuri Grigoróvich, falleció hoy en Moscú, informó su ayudante, Alexandr Kolésnikov.
Según la nota que Kolésnikov trasmitió a la prensa, Grigoróvich murió este lunes a la edad de 98 años, y su familia comunicará en breve la fecha y el lugar del funeral del renombrado coreógrafo.
Grigoróvich nació el 2 de enero de 1927 en la ciudad de Leningrado (actual, San Petersburgo), y creció en un ambiente artístico, pues su tío materno, Georgi Rozay, fue bailarín de los célebres Ballets Rusos de Serguéi Diáguilev.
Tras graduarse en 1946 de la Escuela Coreográfica de Leningrado (actualmente Academia Vaganova), ingresó como solista al Teatro Kírov (hoy Mariinski), donde destacó en roles como Espartaco o el Príncipe Sigfrido.
En 1957, Grigoróvich se lanzó al estrellato como coreógrafo con la puesta en escena de «La flor de piedra», a la que siguió La leyenda del amor» (1961). En 1964, asumió la dirección del Ballet del Bolshói, cargo que ocupó durante tres décadas doradas.
Fue en el Bolshói donde Grigoróvich forjó su propio estilo épico y monumental, fusionando técnica virtuosa con narrativa profundamente humana.
Obras como «Espartaco» (1968) redefinieron la danza masculina, mientras que su versión de «Cascanueces» (1966) trascendió el cuento infantil para convertirse en una reflexión existencial. Sus escenificaciones de «El lago de los cisnes», «La bella durmiente» o «Raymonda» siguen siendo referentes absolutos.
Tras dejar el Bolshói en 1995, Grigoróvich creó su propia compañía en la ciudad de Krasnodar y coreografió para los principales teatros del mundo, desde el París ûpera hasta La Scala. En 2001 regresó al Bolshói para revisar sus obras maestras, incluyendo el estreno mundial de «Iván el Terrible» en 2012.
Pedagogo incansable, presidió el prestigioso premio Benois de la Danse y formó a varias generaciones de bailarines. Su legado fue reconocido con las máximas distinciones, incluida la Orden de San Andrés, la máxima condecoración rusa.